LA UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA FORMA PROFESIONALES DE ALTO NIVEL DE EXCELENCIA EN LAS DIFERENTES DISCIPLINAS DEL MUNDO ACADEMICO PROFESIONAL, EMERGIENDO EL TRABAJO SOCIAL COMO UNA CARRERA DE VANGUARDIA Y PROYECCION...

lunes, 16 de julio de 2007

LA REFORMA CURRICULAR DE 1993-1994 (ETS / UCV)


La ETS/UCV ha tenido cuatro planes de estudio desde que fue creada en 1958. Su estructura curricular ha sido objeto de tres reformas: en 1968-1969, 1974, y 1993-1994. Esto significa que el primer plan de estudios estuvo vigente once años, el segundo cuatro años, el tercero veinte años y el cuarto está cumpliendo diez años, mediados por dos intentos de tímida revisión.
Todos ellos, mayormente autoalimentados de referencias individuales y académicas y menos de estudios y análisis de la realidad nacional, el mercado y los espacios profesionales, específicamente, los que pudieran haber aportado las organizaciones gremiales.
Mención especial merece el hito crucial que se produjo en 1992-1993 (ETS, 1993). Luego de diez años de crisis económica, política y militar nacional y sin que la planta profesoral problematizara el hecho de que a partir de 1989 la crisis del estado desarrollista, asistencialista o bienestarista y del sistema político instaurado a partir de 1958 habían entrado en su fase terminal, se produjo un enconado proceso de discusión que dio como resultado la reforma del plan de estudios que había estado vigente durante los veinte años anteriores[13].
Varios de nuestros entrevistados coinciden en señalar que el actual plan de estudios, que tardíamente entró en vigencia en 1994, si bien resultó novedoso en su esfuerzo epistémico y curricular respecto de los planes anteriores, no por ello respondió a los retos que estaba planteando el largo proceso de agonía transicional de una Venezuela que estaba muriendo, a otra cuyas potencialidades no eran vislumbrables –al menos no fácilmente- excepto en lo que se refería a algunos de los síntomas morbosos que comenzaban a tornarse como más evidentes. Entre estos, el franco deterioro de las capacidades gubernativas de la clase política, la corrupción político-administrativa, la deslegitimidad del estado, el gobierno y el sistema político; asimismo, el desmejoramiento generalizado tanto de la calidad de vida de la clase media en la cual se fundamentó el proyecto socialdemócratacristiano, como de los agrupamientos populares en el nombre de los cuales se fundamenta –aún hoy- la razón de existir del trabajo social (Barrantes, 1993b).
· “Los trabajadores sociales nos hemos dado cuenta tardíamente de que el estado petrolero, benefactor, asistencialista se agotó y de que no es posible seguir realizando nuestro ejercicio profesional pensando en una política social exclusivamente determinada y realizada desde las instituciones oficiales...Por ello es indispensable que busquemos alternativas para realizarnos profesionalmente sin tener que estar a la espera de algún cargo”
Expresión de lo anterior, lo encontramos en el hecho de que el plan de estudios de 1993-1994, articuló la estructura curricular en torno a la política social, concebida ésta como ámbito de luchas de los actores predominantes por detentar los dispositivos de satisfacción de carencias y potenciación de aspiraciones sociopolíticamente problematizadas (Barrantes, 1993a y 1993b; ETS, 1993).
· “...el cuento de que éramos papadiós se acabó hace muchos años, y a la gente hay que darle oportunidades de superarse con herramientas concretas...”
· “La política social nunca fue de estado en Venezuela, pero en la Escuela se nos hizo creer que sí lo era y para eso estábamos...para lograrlo (aunque los) programas asistenciales...funcionaban según los vaivenes de los gobiernos y sin participación decisoria de los trabajadores sociales...”.
· “Somos muy voluntaristas y queremos seguir poniendo los servicios sociales sobre los hombros de los trabajadores sociales. Y eso nunca ha sido posible porque no somos los únicos profesionales que trabajan con la política social ni con la intervención social. Seguimos soñando con ello como si fuera real...pero si fuera real sería una pesadilla...”
Si bien la noción de política social abría la reflexión e investigación a un enfoque interdisciplinario (ni la transdisciplinariedad ni la polémica modernidad-posmodernidad formaron parte de la agenda de discusión) no por ello fue posible que la práctica curricular se desligara de los fundamentos disciplinaristas de la ciencia ni de la noción de estado bienestarista, desarrollista y asistencialista que, como ya mencionamos, se encontraba en franca fase terminal.
· “Las prácticas integradas no son tales...seguimos sin constituir equipos inter, pluri ni, mucho menos, transdisciplinarios. Esto, a pesar de la reforma del 93...que establece el trabajo interdisciplinario en todos los niveles de la carrera, pero nos hemos resistido a ello y los que lo propiciaban fueron sacados del juego y le dejaron la Escuela a quienes prefieren lo malo conocido mas no lo bueno por conocer”.
· “La integración vertical y horizontal de las materias es una deuda pendiente con el proceso formativo. Pero el problema real está en que la desintegración teórico-práctica muchos no la problematizamos en nuestra práctica ni con otras disciplinas. Pero ante todo yo defiendo mi profesión”.
No obstante o, quizás mejor dicho, a propósito de su enclaustramiento academicista, dicho plan orientó el proceso pedagógico hacia un exigente protagonismo de la comunidad docente y estudiantil, como fundamento de los nuevos abordajes –especialmente investigativos- que se esperaba realizar de la realidad nacional, de la política social, de la producción y consumo colectivos de conocimientos, y de la profesión misma.
· “...se estableció la investigación como eje...pero no todos están interesados en investigar...nadie quiere ser evaluado, seguimos...con la lógica disciplinarista, profesionalista, pragmatista y de las áreas de coto”.
· “El plan del 93 no motivó el interés por la investigación. Nos reforzaron (el rol de) diseñadores de políticas sociales, en donde jamás creo que ha participado activamente un trabajador social...nunca estuvieron explícitas otras áreas que no fueran la asistencia social y la salud”.
Sin embargo, el espíritu y la letra del proyecto curricular rápidamente fueron relegados a los deseos por cumplir y hoy, a diez años de estar operando con un mínimo de la capacidad instalada del capital humano y cultural de la Escuela, podemos –a la luz de las entrevistas realizadas- dar cuenta de dos dificultades esenciales que lo inviabilizaron como proyecto potencialmente transformador de mentalidades y conductas:
1) La tensa distancia existente entre el nivel de exigencia académica implicado en él y las capacidades ético-epistémicas, investigativas, gerenciales, evaluativas, volitivas y autocríticas reales de amplios sectores de docentes y estudiantes.
2) La resistencia de los sectores para los cuales la tradición es el fundamento de la construcción de futuro, lo cual reactivó confrontaciones seculares no resueltas así como problemas de confusión, desinformación y desidentificación con el nuevo plan de estudios entre docentes y estudiantes[14]; asimismo, redición perversa del expediente de la guerra defensiva de posiciones mediante el cual se sustituyó –una vez más y con nuevos enconos- la confrontación de las ideas con los argumentos contra las personas[15].
· “Yo estoy ya cansado de currículos revolucionarios y modernos tanto como tradicionales y clásicos que no responden a la realidad”.
· “Lamentablemente los más resistentes al cambio son los propios trabajadores sociales, muchos de ellos egresados y docentes de la UCV, que no quieren nada que sea innovador”
· “Nuestra formación ha sido tan pragmática que la función de encuestador la tenemos muy interiorizada, y como ya una encuesta la puede hacer cualquiera que sepa leer y escribir, nos sentimos desplazados sin pensar que nuestra verdadera función no está en la tabulación si no en el análisis”.
Dado que nuestro objetivo no es adentrarnos en las singularidades del proceso esbozado -objeto de próximos trabajos- sólo nos permitimos conjeturar que el desiderato –históricamente tardío- de relanzar el proceso formativo y redimensionar el perfil científico-profesional del trabajador social con perspectiva de futuro, fue engullido por una matriz de sentido que se rige por valores administrativos y burocráticos, asimilados estos a categorías de conducta de vida para docentes y estudiantes.
Es la razón- nos parece- por la cual durante los últimos diez años, el plan de estudios de 1993-94 sólo ha sido objeto de dos intentos inorgánicos de revisión parcial.
· “El trabajador social siempre ha estado reducido a una sola forma de hacer y pensar su oficio con exclusión de otras formas. Vgr., quien no hacía asistencia no hacía servicio social. O quien no hacía la revolución no era trabajador social. Hoy si estás dentro de la universidad tienes que ser antichavista porque si no, eres gobiernista. Esa es la marca del nuevo plan de estudios...”.
· "No sé cuál es nuestra esperanza como Escuela, como trabajadores sociales. ¿Tendremos una meta, una misión, una visión de profesión y de país?. No sé por donde andará nuestra alma. Sólo sé que somos gente desempoderada y por lo tanto incapaces de empoderar a quienes son nuestros referentes éticosociales”.
Lo anterior, dentro de un clima cultural universitario decadente, en cuya limitada elasticidad conviven de manera contrastante, islotes de productividad e innovación sociotecnológica y científico-política y de búsqueda inédita de nuevas sensibilidades y nuevas formas de hacer economía, cultura y política universitaria y societal con radicalismos socialdemócratacristianos dolientes del pasado resiente y profundo de la República; asimismo, con ultraizquierdismos y gremialismos –hoy derechizados y empresializados- que se resisten a una transformación universitaria de cara al proyecto nacional implicado –para bien o para mal- en la neonata Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; finalmente, con la desmotivación y ensimismamiento de amplios sectores docentes, estudiantiles y administrativos, el lightismo, el casi-todo vale, el relativismo esepticista, el facilismo y el daltonismo político para el cual todos los gatos son pardos si son antigubernamentalistas.
Mientras tanto, la realidad societal venezolana considerada en su conjunto más inclusivo, viene marcando hitos cruciales; entre éstos los siguientes:
1) El desplome final de la Cuarta República y, específicamente del régimen socialdemócratacristiano instaurado a partir del derrocamiento de la dictadura militar de Pérez Jiménez en enero de 1958.
2) La instauración de la Quinta República sobre la base de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada por referendo popular en 1999.
3) La larga y difícil fragua y revaloración del estado venezolano como estado integral-nacional societalmente centrado.
Dicha forja está pasando por una fase más o menos prolongada de inestabilidades, incertidumbres y antagonismos propios del reacomodo profundo de los poderes de clase y de estado, provocados por el proceso sociopolítico frente al cual las escuelas de trabajo social y los organismos que agrupan a los licenciados y técnicos en trabajo social vienen ostentando una deuda social creciente.

No hay comentarios: